LA CASA DE MARTINA

LA CASA DE MARTINA

Por Leo Scribo


En esta foto yo tenía 5 años, 3 meses y 4 días. La que está a mi lado es Martina que tenía 5 años, 7 meses y 15 días. Era mi vecina de cuadra porque ella vivía en una esquina y yo en la otra.
Desde que nací que es mi amiga.
Yo de ella no, porque ella ya había nacido cuando yo llegue a este mundo.
Aunque me llevara unos días de ventaja íbamos al jardín juntos. A veces nos llevaba mi papa, a veces su hermana.
Después de salir del jardín íbamos a jugar a alguna de nuestras casas. Casi todas las veces Martina elegía venir a jugar a la mía. Yo no sabía por qué, aunque sospechaba que era porque mi casa estaba llena de juguetes de madera que mi papa hacía, pero no. O no del todo.
Esto lo supe gracias a una casa nueva que empezaron a construir en medio de la cuadra. Desde que se empezó a ver crecer la pared, Martina daba la vuelta a la manzana para llegar a mí casa. Nunca más se animó a pasar sola por el frente de la casa que crecía rápido.
Un día le pregunte por qué. Me dijo que a esa casa la estaban construyendo con mentiras, que no le gustaba, que le daba miedo.
Yo me reí y le dije que se dejara de sonsear, que todas las casas están construidas con ladrillos, maderas, cerámicos, caños y cables.
Todavía recuerdo su cara seria, muy seria, diciéndome que no.
No me aguante la curiosidad y le pregunte de que estaba hecha mi casa.
Ella me dijo que mi casa estaba hecha de juguetes de madera.
Yo la mire sorprendido y le dije que por más que mi papa haga juguetes de madera y haya muchos desordenados por todos lados la casa no estaba hecha de juguetes. Estaba echa de ladrillos, maderas, cerámicos, caños y cables, como todas las casas.
Ella me lo negó con la cabeza.
Entonces le pregunte de que estaba hecha su casa.
Me dijo que la casa de ella estaba hecha con tizas y pizarrones, con tablas de multiplicar y errores de ortografía corregidos, con recreos, adivinanzas y rimas.
Yo no entendía nada, entonces le pregunté por la casa de Micaela.
La casa de Micaela está hecha de cartas y encomiendas.
¿Y la de Sara?
La de Sara está hecha de cremas y jabones.
¿Y la de Camilo?
La de Camilo está hecha de poesía la mayor parte, aunque el baño y el techo están hechos de los abuelos.
Yo me reí con ganas y le pregunté:
¿Cómo que con los abuelos?
Así como escuchas, con los abuelos de la mama, no con los abuelos del papa eh…
A mí me pareció muy divertida su forma de ver las casas. Entonces decidí preguntarle con que estaban hechas las casas de nuestros compañeros del jardín…
¿Y la de Ofelia?
Está hecha mayormente de pan y facturas, aunque también con bizcochuelos y alfajores.
¿Y la de Astor?
Está hecha con las manos de su papá y con la maquina hormigonera de sus tíos.
¿Y la de María?
Está hecha con la comida de su mamá y la ropa lavada por el lavarropas.
¿Cómo que por ropa lavada? Pensé, pero no le dije nada.
Decidí preguntarle por la de Fran, porque Fran alquilaba una casa a tres cuadras para la derecha y después se había mudado a otra un poco más grande a dos cuadras, pero para la izquierda.
¿Y la de Fran?
Todas las casas por donde va viviendo Fran están hechas de bicicletas, de partes de bicicletas y de cámaras parchadas.
¿Y la de Sol?
Está hecha de góndolas llenas de fideos, arroz, aceites, harinas, polenta, arvejas, salsas de tomates, que salieron del almacén de sus papás.
Y ahí yo me di cuenta de que Martina no estaba tan loca.
Entonces nos miramos y, asustados, giramos la cabeza para observar la casa que crece rápido a base de mentiras.
Eso fue por un ratito nomas, porque después entramos a mi pieza, sacamos la caja de juguetes y nos subimos al avión de madera. Recuerdo que carreteamos por las paredes de aterrizaje, levantamos vuelo por el cielo estrellado del techo y nos prometimos que, cuando seamos grandes, no íbamos a construir nuestras casas con mentiras.
Pasaron varios años y nos hicimos grandes.
Yo aprendí algo del oficio de mi papa porque trabajo la madera, pero no hago juguetes, hago muebles, mesadas y roperos. Aunque aún no la termino, ya comencé a construir mi casa.
Martina aprendió a tocar la guitarra muy bien y a cantar como una pajarita. Está a punto de estrenar su casa, le falta solo que le pongan los mosaicos en la galería.
Hace unos días fui a colocar los muebles que me encargo. Desde que estacioné la camioneta en la entrada, empecé a escuchar melodías que venían de la casa y, aunque ella no estaba, escuchaba su voz de pajarita cantar por las paredes acompañada desde el comedor por la guitarra…
Y esto es verdad.

Leo S. Cribó.
Títulos publicados:
Telegramas a la Asociación Migratoria Evolutiva y Cosas de Pueblo para adultos.
En proceso de edición: Dónde comienza el asfalto.
El Burrito Tito, Ramón y los Animales del Monte, Las Huellas de Lila y El Libroavión para infancias.
En proceso de edición: La casa de Martina.
Estos libros se pueden conseguir en:
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