Cosquín Rock 23, una experiencia de alquimia sonora

Cosquín Rock 23, una experiencia de alquimia sonora

Reseña del Festival Cosquín Rock 2023 – Por el Juancho Mazzeo 

ig: @largavida.alrock.radio

La enciclopedia más conocida de la matrix dice que la alquimia es “una antigua práctica protocientífica y una disciplina filosófica que combina elementos de la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte”, que “en la cultura popular es citada con mayor frecuencia en historias, películas, espectáculos y juegos como el proceso usado para transformar plomo (u otros elementos) en oro” y que otra forma que toma es la “de la búsqueda de la piedra filosofal, con la que pretendía conseguir tanto la vida eterna como la transmutación de cualquier metal en oro”.

Es esa última definición la que me hace pensar en el Cosquín Rock como un festival alquimista, una experiencia de diferentes vertientes sonoras y que, desde sus inicios, permite vivir 2 o 3 días de “vida eterna” con la música.

Y en esa transmutación que realiza en cada edición, creo, está la clave para que cada festival sea único, evitando caer en la monotonía y lo predecible. Te puede gustar o no, pero el factor sorpresa de cada año está garantizado.

Algunos datos oficiales: 200 mil personas en los dos días, más de 150 mil por streaming, 9 mil millones de pesos se movieron por el “turis-rock”, 6 escenarios con 109 propuestas, con más cantidad de artistas de otros países y un 32,2% de mujeres en escena,  un 24,4 % de asistentes que llegó con sus padres o hijos, poco más de 50% asistió por primera vez a Cosquín Rock 2023 y casi 80% de los casos compró abono de dos días y casi el 70% de los asistentes fue al festival por la experiencia en sí, más allá de la grilla y algún artista en particular.

En ambos días estuve presente desde las 14hs, con un recorrido que iba: Casita del Blues, escuchaba que había en el Paraguay, escenario Norte, punto de hidratación, me asomaba a ver algo del escenario Montaña y volvía a la Casita. Les juro que intenté ir hasta el escenario Sur (para que se ubiquen, donde tocó La Renga en febrero del 22, que tiene como un anfiteatro natural con buena visión desde lejos) y era impresionante la cantidad de gente que había desde temprano, sumado al calorón, chau!, lo que era una intensión, en intensión quedaba.

Viendo las fotos de difusión por parte del CR me estoy dando cuenta que hubo actividades no musicales que no supe que estaban y que muches amigues estuvieron presentes y no nos vimos en el pogo.

Seguramente habrá muchas publicaciones del estilo: “faltó tal banda”, “esto no es rock”, “el CR era el de antes”, y un montón de sarasa del estilo “ya no es lo que era”. ¡Y qué bueno que ya NO es lo que era!!! ¿Se imaginan si todavía replicáramos esos duelos musicales al estilo NOB – RC de Luca o Cerati? ¿o si aún nos seguiríamos intoxicando con los tachos donde se quemaba ferrite o pintura para hacer humo? ¿o con las bengalas prendidas como puchos? ¿o con las pibas calladas sin denunciar cómo las violentan en el pogo? Después de tantas tragedias es bueno, y necesario, cuidarnos, y que ir a un recital o festival sea un lugar de disfrute para las familias y las pibas, y no se convierta en una ruleta rusa.

Algo que repito: ojalá que el registro fotográfico permita, aunque sea mínimamente, trasladarte la alegría que viví estos días con la posibilidad de disfrutar y descubrir el sonido en vivo de bandas a las cuales NECESITO volver a verlas y que recomiendo, así con los ojos cerrados, así, andá.

Día 1:

Si bien La Casita del Blues se convirtió en el lugar de encuentro, descanso y disfrute de les más dogmáticos, musicalmente hablando, había como una fuerza de gravedad que te llevaba permanentemente ahí. La magia del Blues y el Rock que circuló en ese escenario fue increíble, y todavía sigo flotando con las voces de Debora Dixon y JJ Thames.

Comencé viendo a Farolitos en el escenario Norte, con una gran puesta en escena y dejando todo en la cancha, y después me hice fana de La Chancha Muda. Es que sí, esas bandas de barrio son mi debilidad, las que saben que el rock es denuncia y apuesta a un mundo mejor, y levantan la bandera de que todo arte ES político. 

Me fui a la Casita a escuchar a Wayra Iglesias, que tuvo de invitados a su padre y su tío (el Tete y el Tanque), y una muy banda con la que está preparando su primer álbum. Los casi locales The Ginger Hearts ofrecieron una gran repertorio de rockabilly y luego La Fundación del Funk acompañó a Débora Dixon para hacer explotar al público.

Volví al Norte a vibrar con Skay y presenciar algunos temas de la aplanadora del rock, a Divididos. 

Con las patas muy cansadas, las rodillas pidiendo diclo o ibu y más negro por el sol y la tierra, emprendí la retirada. Pero nuevamente, la Casita llamó con los acordes de Don Vilanova, y no me pude resistir, y tuve que ir a escuchar.

En el medio de todo, escuché un rato a Rayos Laser y Las Ligas Menores en el escenario Paraguay, donde también estuvo la hermosa de Lila Downs.

Me retiré arrastrando los pies, un sanguche de mila en el camino y a la 38 nuevamente, sonriendo, feliz.

Día 2

Nuevamente la Casita del Blues fue mi centro de gravedad. A diferencia del día anterior, disfruté y presencié toda la propuesta que había en la grilla que abrió con un gran trío del cual son fan: Escorpia. Necesito que salga ese disco ya, y necesito una remera cuando vuelvan a hacer. Rock, blues y funk para volar pelucas.

Después subió Gloria Aguilar y Los Cruxados, desde Azul al CR con un gran set blusero que recomiendo escuchar. Desde “el oeste” de Caba, los 29 Caminos Blues, continuaron manteniendo viva la llama de la Casita. Los casi locales The Rhythm Gamblers con ritmos Jump-Blues y Swing-Blues de las décadas de 1940 y 1950, y tres voces femeninas muy buenas. Siguieron Los Masones, desde el sur de Caba (o el Amba?) con un repertorio de ritmos negros de los años 50 como el Blues , el Rock & Roll y el Soul. Y cerró la presencia argenta, Coral Campopiano, gran cantautora que viene pidiendo más escenario.

El cierre de la Casita del Blues no pudo ser más hermoso: desde Río, Brasil, Nanda Moura y Toyo, y el cierre de JJ “Hurricane” Thames y los Cruxados. Fue increíble lo que vivimos. Nanda Moura hizo una versión blusera de “Gracias a la vida” i-m-p-r-e-s-i-o-n-a-n-t-e, y la armónica de Toyo acompañando la voz y las cuerdas de Nanda, nos prepararon para el viaje al mundo del blues negro más profundo que recorrimos con JJ Thames en el cierre de la Casita, con una voz muy potente y dulce a la vez, con una banda que le permitió una entrega total.

Entre preparativos de sonido para cada banda, me fui al escenario Norte a escuchar unos temas de la banda del Toti Iglesias y los Jóvenes Pordioseros, Cruzando el Charco, Caras Extrañas, Ciro y los Persas y la Vela Puerca. Destaco la apuesta de Ciro y los Persas que lograron llevar, armar y que suene más que bien, a la Orquesta Sinfónica de Villa María.

El cierre de Las Pelotas fui un broche de oro para los dos días que viví: Combate, ¿Qué podés dar?, Ya no estás, Dando vueltas, Víctimas del cielo, El ñandú, Siempre estarán, Personalmente, Saltando, Que estés sonriendo, Si supiera, Hasta el fondo del río, Será, Bombachitas rosas, La mirada del amo, Esperando el milagro, El día después, Movete y Día feliz con Ismael Sokol de invitado, y Capitán América. Una gran lista para volver a enamorarme de esta banda.

Dos días muy intensos, con un clima que acompañó, grillas de artistas con momentos donde el deseo era poder multiplicarse para estar en varios escenarios a la vez, y un ingreso y egreso del predio muy fluido. Para mejorar: agregar puntos de hidratación y ver cómo hacer que La Casita del Blues esté más protegida y no esté tan invadida de los sonidos del escenario Norte y, por momentos, del Montaña.

Ojalá se pueda avanzar con la idea de ser un espacio y un festival de disfrute familiar, creo que se está yendo en ese camino. Y si, pungas y fisuras hay en todos lados, tuvimos 4 años un punga de presidente mirá si no vamos a tener pungas entre 200 mil personas.

Nos vemos en las ceremonias que se vienen, que sea rock, siempre!