Asfalto sí o no: Yo pisaré las calles nuevamente, por Ch. Astorelli

Otro episodio en la vieja discusión sobre el asfalto tuvo lugar en la última sesión ordinaria del Consejo Deliberante. El oficialismo declaró, por mayoría, la inclusión de nuestras calles de tierra como patrimonio sujeto a acciones de preservación. El futuro intendente César Briguera votó en contra –en una de las pocas disidencias que sostuvo como Concejal los últimos años- y anunció que hará calles de ripio en su próxima gestión.

El jueves 26 de noviembre el Consejo deliberante cambió la ordenanza de Preservación de Ámbitos Históricos, Arquitectónicos y Paisajísticos de 2001. La última modificación había sido en 2003, cuando se agregó a San Marcos las zonas de La Banda, Las Gramillas, El Rincón y Los Sauces, y el Valle del Río Quilpo. La norma protege todos los “bienes que por su antigüedad y belleza deben mantenerse en su estructura original y formar parte del patrimonio arquitectónico-urbanístico”. Detalla con número catastral cada edificio protegido alrededor de la plaza y su estilo, los frentes de la calle Libertad entre Sarmiento y Moreno; y los árboles “con relevancia natural y paisajística (…) que aportan paseos urbanos de alta calidad”. Establece 50 unidades de multa para quienes violen la protección y obliga a restituir por quintuplicado cada planta o árbol protegido que se dañe.

El listado fue confeccionado en 2003 por las Secretarías de Turismo, Obras Públicas y Ambiente, y establece que debido al perfil de pueblo turístico debe apuntarse a mantener la “herencia cultural, histórica y espiritual”, primando dichos conceptos por “sobre los valores económicos”.

Pero la modificación de la semana pasada suma dos contenidos fundamentales en función de la protección que se pretende: por un lado agrega el apartado “De la composición de las calles”, considerándolas “en su estado actual (cobertura de arena o tierra)” como significativas en el ámbito histórico, arquitectónico y paisajístico”. Esto las incorpora como parte de nuestra herencia histórica y de un patrimonio urbanístico que, hasta el momento, estaba solo compuesto por edificios y árboles. Pero por otra parte, suma la necesidad de consulta en el Consejo deliberante. Antes sólo debía consultarse con las Secretarías de Tursimo, Obras Públicas y Cultura. Un cambio fundamental que garantiza la discusión en un ámbito donde la participación ciudadana puede ser crucial para definir la coyuntura y los costos políticos de decisiones que antes sólo estaban reservadas al Poder Ejecutivo.

Voto en contra

La modificación que trató el Consejo estaba incluida en el orden del día, en una sesión donde estaban presentes por la oposición César Briguera, y por el oficialismo, Luciano Vrancic, Selva Rovetta, Zulma Ruiz y Manolo Briguera. Consultado por Hebdó acerca de las razones de su voto en contra, el futuro intendente César Briguera declaró que su intención es hacer un camino de ripio en la próxima gestión: “El argumento de ellos era que nosotros podíamos llegar a asfaltar y no querían que impusiéramos eso. Y es lo mismo que hicieron ellos, al incluir las calles en la protección sin un tratamiento previo”. Pipón sostiene que el asfalto no es necesariamente la salida a los “altos costos de mantenimiento” que implica tener calles de tierra: “A mí tampoco me gusta el asfalto. Por ahí un adoquinado… No se trata de ventajas y desventajas, acá hay que ver que las calles son muy difíciles de mantener. Cada vez que llueve, se rompen y hay que hacer algo. Nosotros cuando entremos vamos a ripearla, a ver si dura un poco más. Porque tampoco se puede estar todos los días sobre las calles, arreglando, regando”. La confección de un camino de ripio, según la ordenanza, también requeriría una consulta ya que ese acabado no estaría incluido en la ordenanza final recientemente aprobada.

Luciano Vrancic, que motorizó y defendió reiteradamente la protección del patrimonio público sobre otros intereses, también remarcó la necesidad de buscar financiamiento en Provincia y Nación si el problema de las calles de tierra es el costo de mantenimiento.

Otro de los ejes del debate fue el atractivo turístico. Al respecto, Pipón sostuvo: “Fue otro argumento del oficialismo: eso no es correcto porque si no a Villa Carlos Paz o a La falda no iría nadie… Además la cantidad de vehículos es un problema: antes pasaba el Toto y un par de sulquis; hoy hay en cada casa dos autos. Si la gente tuviera el respeto de salir a pie porque está lloviendo…, pero nadie lo hace. En otros lados salís cuando está lloviendo y te hacen multa. Son muchas cosas que deberían cambiar para poder mantenerse un camino de tierra, que puede ser bueno porque sabemos que el cemento genera más calor… La velocidad no es tanto un problema porque la parás con semáforo, loma de burro o badenes…”, remató el futuro intendente.

Briguera sostiene que su voluntad no es imponer nada. “Lo que me molestó es la imposición del oficialismo. Nadie puede venir a decir que San Marcos tiene que tener calle de tierra toda la vida. Acá tiene que haber una consulta con todo el pueblo. Pero también hay que darse cuenta de que en algún momento las cosas tienen  que cambiar. Si no para qué hicieron los cordones cuneta: dijeron que para que corra el agua, pero eso no está funcionando porque si vos no tenés una carpeta dura en el medio más vale que va a correr por el medio de la calle”.

Lo cierto es que al cierre de una gestión municipal que deja el poder luego de varios mandatos, el fantasma del asfalto sobrevoló otra vez al pueblo. El asfalto: aquello de lo que huyen muchos, pero que es también sinónimo de crecimiento y progreso para otros. Es más calor, más velocidad y riesgo de accidentes: un signo de urbanidad y de otro ritmo en la calles (para tantos ajeno a San Marcos); pero que también es visto, sin más, como una salida “simple” a un “gasto innecesario” después de cada lluvia. Por lo pronto, San Marcos seguirá caminando arrobado por sus calles de siempre: bajo el rebote de la luz de las sierras sobre el tono que la tierra pinta en cada rincón de nuestros atardeceres. Despacio.