De venidos y nativos (Opinión)

De venidos y nativos

por Federico Fumiato

Detrás o debajo de lo que hacemos, pensamos y decimos hay un antiguo conflicto que nos tiene a todos como protagonistas. Los hay a quienes conviene ocultarlo y silenciarlo. Dicen que basta de ese tema, que no es importante, que debemos ver hacia adelante y pensar en cosas valiosas como de qué manera facturamos mejor en el verano. Abrimos el debate. Nos acostumbramos a generalizar, a meter a todos en una misma bolsa, a clasificar a la gente según modelos que nos cuesta agujerear. Los modelos sirven para juzgar. Son, podemos decir, la lente con la que miramos el mundo, el axioma del que desprendemos el resto de los juicios sobre la realidad. Pero ¿quién podría salir del lugar tan cómodo de las propias referencias para ver esos modelos y cuestionarlos? Pues aquellos a quienes ya no resulta cómodo y tranquilizador sentarse en su molde para juzgar a otros moldes, sin ver al dueño de la fábrica cómo nos embala a todos juntos. Empecemos por la conquista. Aunque parezca lejos, acá llegó Colón. El atropello del imperio español y, posteriormente, de la Europa decadente, está más vivo que nunca. Hoy es más difícil, para alguien nacido en estas tierras rurales, encontrar un lugar para vivir, una parcela para producir, un espacio ceremonial, armonía con sus hermanos. Esta conquista está más viva que nunca. En los últimos 15 años el país y la región sufrieron la segunda gran transformación desde el siglo XVI: el modelo de monocultivo para exportación. No sólo transformó todo el territorio fértil de nuestro país, expulsando a los pueblos y comunidades que, a pesar de todo, pudieron permanecer allí, sino que extendió sus tentáculos a otros pueblos a través de la inversión y la especulación inmobiliaria y turística. Nada quedó igual, aquello que se había mantenido al margen o pudo escapar de la conquista bárbara de Europa, cayó en esta etapa en el agujero negro de la ambición y la frustración. San Marcos Sierras, cuna de luchas y logros de su pueblo ancestral, también es incorporado a la máquina de consumo expropiador. Es muy visible: la gente de la tierra cada vez tiene menos tierra, cada vez menos soberanía, cada vez menos alimento propio acorde a su cultura, cada vez más debe someterse a otro que Tiene para que le llegue un pedacito de esa riqueza a su familia. Es crudo, es incómodo, nos da ganas de dejar de leer o de escribir este texto, pero es lo que pasa. La conquista, como tantas veces expresó Yamil Nievas del Castillo, sigue en marcha, con discursos más elaborados, con mezcla de razas tomando cerveza en el bar, pero con la misma prepotencia de una cultura que se cree con privilegios y otra cultura que se cree sometida por naturaleza. Ahora, ¿todos los venidos son conquistadores? ¿todos los nativos son serviles? Este es el punto central de esta carta abierta. Los moldes que teníamos para juzgar la conquista tampoco sirven más. Han pasado generaciones de pueblos sometidos y nos hemos mezclado. La dictadura y el neoliberalismo ampliaron el hogar de los sometidos. Ahí estamos los de familia pobre europea, de las culturas que no vinieron a saquear América sino a ser libres de los tiranos o de las guerras. Ahí estamos los que tuvimos que irnos de nuestras provincias porque ya no contábamos para el modelo de producción y consumo que discrimina lo que sirve y lo que es basura. Así de cruda es la realidad de las provincias “privilegiadas”. Así tuvimos que irnos muchos, expulsados y despreciados por el Modelo. Y así como a los nativos les cuesta verse sometidos al poder, a los que vinieron les cuesta verse como expulsados, como exiliados ambientales y económicos. Todo esto caldea bajo nuestros pies y bajo nuestros juicios y prejuicios. Cada uno quiere verse como un hombre o una mujer libre y ver al otro como el sometido. Este momento de la historia nos encuentra con otras posibilidades de construcción colectiva. Los poderes centrales están en una de sus mayores decadencias económicas y culturales. América Latina se ve a sí misma, por primera vez, como una referencia en que apoyar el mundo. Una flecha, pero hacia atrás, sin negar la memoria, la sabiduría y las luchas que nos han enseñado a caminar nuestro propio camino. Estamos empezando. La conquista continúa y amenaza profundizarse territorialmente. Las divisiones que siempre nos frustraron ya no pueden persistir. En San Marcos Sierras necesitamos buscarnos, encontrarnos y saber con quiénes podemos caminar los caminos compatibles. Venidos (nativos expulsados sin tierra) y nativos (pueblo expropiado y amenazado) estamos buscando esos caminos, lejos del resentimiento y el odio que generaliza. Nos estamos buscando, a ver si nos reconocemos.